1. En cada Misa hay un milagro ...

Dios mismo viene a cada Eucaristía. En cada una de las Misas, en el momento de la Consagración, el pan y el vino se transforman de manera real, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Jesús está realmente presente en el pan consagrado, que llamamos hostia (del latín). No es un símbolo ni una imagen. En el pan y el vino se da lo que se llama "transustanciación". Jesús pasa a ser realmente presente bajo la forma de pan y vino. Que sea así no depende de nuestra fe. Él está presente.

2. Cuando comulgamos nos unimos a Jesús.

Jesús viene a nuestro corazón. ¡Y a nuestro cuerpo...! Entramos en comunión con Él, nos unimos a Él. Por eso también es muy importante que nos preparemos bien para recibirlo.

3. ¿Qué es una Adoración?

Los católicos, además, reservamos el cuerpo de Cristo en el sagrario y le damos culto fuera de la Misa. Así, podemos mantenernos unidos a Jesús en cualquier momento, yendo a rezar a la capilla del Santísimo. Durante las adoraciones exponemos el Santísimo (Jesús, el Santísimo) y por eso nos arrodillamos, porque estamos ante Dios mismo.